sábado, 30 de noviembre de 2013

Ahí duermen los sueños – Héctor Ranea


El señor Demián Ñocorpi, esa mañana tan placentera, se asomó a su ventana que da al Norte y gritó:
—¡Tetas!
Asomó en su comisura labial, entonces, una sustancia parecida al café que acababa de beber y volvió a gritar desaforado por la ventana gemela al Sur:
—¡Tetas! —maravillado, extasiado, complacido.
Pero era todo un sueño. Seguía en la taza el café, él en la copa del sostén vacío, las tetas volando y no por la ventana sino por el ventilador del baño y un pájaro negro parecido a un cuervo que daba las gracias desde el somero sueño, por cierto fervor nocturno inconfesable del señor Ñocorpi.

Sobre el autor: Héctor Ranea

2 comentarios:

Unknown dijo...

Se llegan a dar tales panoramas al dormer. Bueno,aun despierto.

Ogui dijo...

Muy cierto. Y yo, muy despierto. ¡Salud! Brindemos con tazas amplias