sábado, 10 de agosto de 2013
Simbología familiar - Esther Correa Pérez
Masticaba un pretzel mientras pensaba en lo estúpida que había sido la comida dominical, con mi madre todo el rato de morros porque no habíamos invitado a su hijo del alma, el pequeño Rafi, que en realidad no existía. No es que mi madre tuviera Alzhéimer, lo que tenía era mala idea, y nos hacía la vida imposible sólo por eso.
Comimos paella y bebimos vino, y cuando le convino empezó a gritar; estaba roja como una estufa y se cogía la cabeza con las manos. Al rato nos dimos cuenta de que le habían salido cuernos, pero no nos inmutamos.
Acerca de la autora:
Esther Correa
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