miércoles, 30 de noviembre de 2011

Lo que quedó – Sergio Gaut vel Hartman


Era la hora en que los cernícalos de cola verde se comían a los ratones del campo. A lo lejos ladraban pájaros sin nombre, lo que lo llevó a pensar, una vez más, que la realidad rediseñada después de la catástrofe estaba distorsionada; no se puede confiar en la memoria. Pero así son las cosas, rumió mientras una vaca muerta caía encima de una flor de goma. Escuchó los ruidos que los relojes producían a su alrededor, mientras una legión de animales jugaban a las damas con piezas moradas y amarillas. Son el producto de nuestro ingenio, aunque se trate de seres tullidos e inútiles para otra cosa que no fuera ser comidos. Tomó a una de las criaturas de la cola y se disponía a engullirla cuando un gigante venido de otra galaxia pensó lo mismo, lo tomó del cuello y se lo zampó de un bocado.

Sergio Gaut vel Hartman

Ornitológica – Mónica Ortelli


A la salida del templo después de la ceremonia, mi vecina me señala a su hijo y a su flamante esposa, ambos visiblemente emocionados.
—¡Mire los tortolitos…! —exclama arrobada.
No puedo evitar pensar en las tórtolas, pájaros dulces y frágiles, que en cautiverio son capaces de matarse mutuamente a picotazos.

Mónica Ortelli
Tomado del blog Ni vara ni cuchillo

Resonancias – Héctor Ranea


Un pájaro gore que tenía las plumas de cristal cantaba alegremente en la selva en la que vivía. Su alimento perfecto eran los animales de sangre caliente, sobre todo la sangre caliente de esos animales. El canto alegre de esa madrugada se debía a la cena perfecta de la noche anterior. Había alcanzado para su pareja y, como siempre, los restos los guardaba en los frascos de perfume, caireles huecos y candelabros de Murano que colgaban como alforjas de las terminales de sus plumas. Cuando cantaba, como esa mañana, lo hacía engolándose con diferentes frascos vacíos así su voz resonaba con diferentes timbres. Precisamente ahora suena con la tesitura de un humano con voz de barítono; en realidad, la más común de las voces masculinas. Se nota que ese pájaro es poco selectivo.

Héctor Ranea

martes, 29 de noviembre de 2011

Oídos sordos – Sergio Gaut vel Hartman


—¡Ay! El dolor me está destrozando —gimió María.
—Parirás con dolor, sentenció el Señor —repuso José, resignado—. Y si el Señor lo dijo…
—No es posible; el Señor es esta cría que está a punto de brotar de mis entrañas.
—¡No lo digas! ¡No pongas palabras blasfemas en tu boca, mujer! ¡No invoques el nombre del Señor en vano!
—¿En vano? —protestó María—. Será el Señor, pero yo soy la que lo está pariendo. Le pediré que haga cesar mi sufrimiento. ¡Hijo…!
—Madre —contestó el nonato con una voz que no parecía pertenecerle—. No pidas excepciones. Así empiezan a corromperse los sistemas. Si te concedo esto, ¿qué pedirás mañana?

La clase de química – Hugo Perrone


—El ácido sulfúrico —dijo el profesor frente a la clase— se obtiene a partir de azufre, aire y agua. Cuando está a temperatura ambiente es un líquido incoloro, inodoro y muy corrosivo —explicó, y levantó el tubo de ensayo para que todos lo vieran—. Su uso más frecuente es en la industria y su fórmula —escribió en el pizarrón— es H2SO4. Este Ácido concentrado, llamado por los antiguos alquimistas aceite de vitriolo, destruye la piel y la carne, y puede causar ceguera si se introduce en los ojos. ¿Verdad González?
El púber, atado de pies y manos al pupitre, apenas pudo emitir una serie de gorgoteos incoherentes, que brotaban como escupitajos desde el centro de la cara, deshecha en una masa de supuración burbujeante en la que se dejaban ver algunos fragmentos de hueso.
— ¿Alguna pregunta, alumnos? —dijo el profesor.

Experiencias extremas - David Moreno


Rasgo el sobre que me acaban de traer por mensajería. Son las fotos de mi último safari. Justo a tiempo. A mi lado, mi agente aguarda impaciente. Cuando comprueba la ferocidad de mis mordiscos en los cuellos de los turistas, sonríe aliviado. Buen trabajo. Hasta los leones parecen sorprendidos.

Atraso – Carmen Belzún


Durante los últimos diez días, cada vez que había ido al baño (y fueron muchas), la bronca y la decepción la hicieron gruñir “¡Mierda!”. Por lo cual esa mañana, al encontrar la mancha rojiza en su ropa interior, sonrió aliviada y, al recordar que era 28 de diciembre, pensó: “¡Qué loco! Creo que Dios se está riendo y me dice ‘Qué la inocencia te valga’ Jaja.”
Pero una lágrima que brotó espontánea contradijo su pensamiento.

La autora: Carmen Belzún

sábado, 26 de noviembre de 2011

Vampiros en la noche sin estrellas - Christian Lisboa


Descendimos suavemente entre las sombras proyectadas por las débiles luminarias. Entramos sin ruido, entre los últimos borrachos que abandonaban el local sin saber si el placer que experimentaban se debía al sabor del licor o al contacto de los últimos labios que besaron.
Pasamos entre las noctámbulas atravesando sus pupilas y desnudando sus cuerpos con miradas abrasadoras. Danzamos en círculos a su alrededor susurrando quedamente, apropiándonos de sus risas y sus cantos. Recorrimos todos los salones, todos los dormitorios, el comedor, la cocina. Absorbimos sus alientos y sus lágrimas. Nos quedamos sólo el tiempo suficiente para extraer una parte de sus vidas, el exceso de energía que aún les quedaba después de una noche de juerga. Ellas cayeron rendidas en sus camas una a una, sin pronunciar palabra,.
Luego, abandonamos la casa con energías suficientes para un par de días, hasta la próxima bajada, y emprendimos vuelo nuevamente.

Pedir por pedir – Héctor Ranea


Podrán decir todo lo que quieran, pero el olmo me dio peras. Generoso, tal vez algo reticente, pero al fin se portó y me las dio. Eso sí, no fue algo instantáneo ni demasiado atildado. Las dejó caer mientras yo suplicaba por las peras. Me las tiró por la cabeza. Una me perforó un tímpano, las otras siete me dejaron calvo y la última: ¡Ah, la última! La mil tres. Fue directo al plexo solar. Divino. Dormí el sueño más lindo esa tarde, a la fresca sombra del olmo. No sé qué hacer con tanta pera, claro. Algo se me va a ocurrir, no quiero parecer desagradecido.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Caldo de vigilia – Sergio Gaut vel Hartman


Los ruidos me mantienen despierto, sin poder conciliar el sueño. Me levanto en mitad de la noche y pienso que es indispensable que tenga contacto con las demás personas, ya que de lo contrario me extraviaré en el laberinto del que nadie pudo jamás salir. Abro la ventana y contemplo la lluvia de peces. Muevo la cabeza y me sirvo una copa de dulce de membrillo. Las nueces incrustadas en las columnas de la sala aprueban mi conducta.
—¡Borrachín! —exclaman.
No acepto que unas triviales frutas secas me traten así. Es el insomnio, reflexiono y entro al baño. ¡Era eso! Sentado en el borde de la taza analizo con frialdad el asunto un momento antes de que la cucharita me arroje al fondo del abismo. Caigo en la cama y me cubro con una frazada a pesar de que la temperatura alcanzó los cincuenta grados. Me dispongo a dormir.  

martes, 22 de noviembre de 2011

Broma pesada – Sergio Gaut vel Hartman


Papá Noel recibió un telegrama el 28 de diciembre de 2010. En él se le decía que la Cocacola había sido comprada por la Pecsi y que el 24 de diciembre de 2011 trabajaría por un monto reducido en un 25%, usaría un trineo atómico y se vestiría de azul. El 29 de diciembre llegó otro telegrama con el texto: QUE LA INOCENCIA TE VALGA, pero el gordo ya había cometido sepukku usando el cuerno más afilado de Rodolfo.

Bricolage - Javier López


—Por favor, no me atormente más. Deje de golpearme.
—¿Le ocurre algo? ¿Le duele la cabeza?
—¡Ha dado usted en el clavo!
—¿Puedo ayudarle? ¿Necesita un analgésico?
—No, gracias. Solo que deje de darme martillazos.
En ese momento lo solté en la caja de herramientas y cogí otro. Tampoco costaba tanto apiadarse de un clavo con jaqueca.

Pecado (Gen 3, 1) - Antonio Jesús Cruz


Para tapar su soledad vino la mujer pero él no sospechaba que atrás de ella se agazapaba una serpiente. Le ofreció su corazón y al instante pudo comerse, sin pudores, su manzana. Cuando ocurrió el pecado ya nada fue lo mismo... Sobrevino el castigo con forma de destierro. Curiosamente a él ya nada le importaba.

El antecedente de Gregor Samsa III – Héctor Ranea


El cobrador de impuestos Gregor Samsa se mueve con rapidez, realmente es una centella corriendo y, si lo pillan, resiste bastantes garrotazos y disimula sus desmayos con maestría. El cobrador de impuestos Gregor Samsa, si es necesario, despliega un par de élitros secos, dos alas robustas y ¡zas! Por lo rápido que vuela se confunde con un vencejo y nadie sabe más de él. Por un tiempo.

Acerca de Héctor Ranea

domingo, 20 de noviembre de 2011

Tangos entreverados - Héctor Ranea


San Juan y Boedo, santo de los cielos perdidos, vagaba al son del bandoneón que tenía en sus sandalias. Melancólico o aburrido, se lo solía ver cerca de las vías en Lanús. Casi pierde la condición angelical cuando se supo que se juntaba a comer muy a menudo con San Fainá, conocido por su glotonería.

Acerca de Héctor Ranea

¿Será verdad? - Héctor Ranea


Se dice que María la O es hija putativa de San O. Le dio su nombre a cambio del manuscrito de sus memorias, parece, lo cual lo inhabilitaría por 99 años a ser santo efectivo con paga y retribución arancelaria por el impuesto a la vela. No se sabe a ciencia cierta cómo naciera la muchacha con tantas viscisitudes y virtudes, pero O le dio su nombre.

Acerca de Héctor Ranea

Anclarse a la vida - Paloma Hidalgo


Son las once y media y como cada día, su imagen cansada transita nuevamente ante mis ojos. El blanco de su escaso cabello domina sobre los anodinos tonos de su indumentaria a juego con su vida, triste y apagada desde que ella se fue. Sobre los hombros el peso de los recuerdos. Todos, los buenos y esos que se esconden a traición en los rincones de su alma. Lleva entrelazada entre sus dedos a la soledad, la silenciosa segunda piel que le acompaña a todas partes. Anda despacio arrastrando los achaques y secuelas de tantos pasos dados, y sigue con su mirada el parsimonioso movimiento de sus pies. Acude puntual a su cita mañanera con las palomas de la plaza y entre el batir de sus alas deja volar su espíritu, durante el único instante en que aún piensa que merece la pena vivir.

Acreca de Paloma Hidalgo

Monoambiente - Fernando Puga


Cansado de vivir, entró en su pequeño departamento. Colgó el bolso y el abrigo en el perchero de la entrada, se descalzó, encendió el televisor. Luego de comer unos restos de comida que había dejado al mediodía se dirigió al toilette. Abrió el botiquín, buscó las pastillas y como cada noche tomó un par. Acomodó prolijamente la ropa que se fue sacando sin prisa y antes de meterse entre las sábanas abrió la llave de gas.

Cuando despertó, la ciudad aún estaba allí.

Acerca de Fernando Puga

viernes, 18 de noviembre de 2011

Reincidente – Sergio Gaut vel Hartman


El guardián borró los pastiches que la pertinaz obstinación de la solipsita del planeta Tausomi, grababa diariamente en todos los muros de la Tierra. Pero la advenediza extraterrestre era astuta: tan pronto las inscripciones desaparecían, brotaban nuevas, aún más insulsas y quejumbrosas.
—¿Qué hago? —interrogó el guardián al sabio kirguís que vivía en la cima del Jengish Chokusu.
—Arrójala de cabeza en sus propios textos.
El guardián tomó el más nefasto de todos los poemas, lo colocó en una piscina y empujó a la solipsita… con tan poca fortuna que la alienígena quedó flotando en la masa de palabras vacías.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Albada (XII) - Víctor Lorenzo Cinca


Se despertó en una cama desconocida, encerrado en un cuerpo que no era el suyo. Comprendió entonces que no había muerto, que los setenta y tantos años que creía haber vivido, eran sólo un sueño extenso, tal vez una larga pesadilla, de la que acababa de despertar. Se tomó medio bote de somníferos, y se acurrucó entre las sábanas, esperando volver a nacer.


Poca cosa – Xavier Blanco


Lloraba. Era poca cosa, el último de la fila, un cero a la izquierda. Gato por liebre. Cola de ratón, una piedra en el zapato, un sin nadie. Poco más que nada, un piltrafilla, un despojo, un desecho, sobras, ceniza, sólo migajas. A menudo una víctima propiciatoria, un daño colateral, una jugada del destino. Siempre ahogándose en un vaso de agua. Toda una vida andando con la soga al cuello. Perennemente bailando con la mas fea. Aprendiz de todo maestro de nada. Un personajillo, mala suerte, mal fario, el número trece. Hablar, decir, opinar…caer en saco roto. Cantos de sirena, agua que no moja, cosecha perdida. Lloraba, no tenía muchas pretensiones; a él le hubiera gustado ser granito de arena. Cada loco con su tema. A buenas horas mangas verdes.
© Xavier Blanco 2011.

Tomado del blog Caleidoscopio: http://xavierblanco.blogspot.com/

lunes, 14 de noviembre de 2011

El paseo - Oriana Pickmann


Todos los días la misma rutina. La correa de cuero, la bolsita negra para no arruinar la higiene y el ornato del pueblo y uno que otro juguetito para divertirse en el parque. En fin, era lo de todos los días, mañana, tarde y noche. Quedarse saludando a algún amigo que se cruzaba en el camino, oler las flores, asustar a las palomas, rascarse contra un árbol, gruñir si se acercaba alguien desconocido o desagradable.
No sé por cuánto tiempo más pueda seguir haciendo esto. Él ya está muy viejo como para sacarlo a caminar, pero si no lo hago, se queda de pie frente a la puerta, mirándola, sin saber qué hacer, con una cara de tristeza que me parte el alma, con el sombrero y la bufanda en la mano, hablando consigo mismo.

Sobre la Autora: Oriana Pickmann

Imagen: Ukraine Sunflower Fields, de Laurazee en deviantArt

El empleado del mes - Alejandro Bentivoglio


De todos los empleados que duermen en las oficinas, yo soy el único sonámbulo que aún sigue trabajando. Esto me ha ganado varias recomendaciones de mis jefes y estoy seguro que el ascenso es inminente.

Hoy por la mañana, justamente, le decía a González que no me sorprendería que el mismísimo Gerente General deje una almohada en mi escritorio para mi solo.

Tomado del blog: Memorias del Dakota
Sobre el Autor: Alejandro Bentivoglio

Imagen: Dominion Building, de Laurazee en deviantArt

Deus ex Machina - Víctor Lorenzo Cinca


Lleva días pensando el final del cuento, pero no acaba de dar con la solución. Mientras, el protagonista espera perdido en mitad del desierto, solo y muerto de sed. Debe sacarlo de ahí de un modo original pero los finales que se le ocurren se desmoronan por su propio peso: éste por poco creíble, aquél por demasiado fácil, el otro por inconexo... Al fin, tras mucho darle vueltas al asunto, se le ocurre una gran idea para dar por concluido el relato. Por desgracia ya es tarde: cuando abre el documento guardado en el ordenador, una bandada de buitres picotea un bulto descarnado sobre la arena.

Tomado de Realidades para Lelos
Sobre el Autor: Víctor Lorenzo Cinca


Imagen: Floratricity, de Laurazee en deviantArt

sábado, 12 de noviembre de 2011

Yone – Rita María Félix da Silva


Del diario de Faruk:
"Mañana, yo y el 80% de la población del planeta vamos a irnos de la Tierra. El resto permanecerá, siguiendo a Zarkhov, que se dice profeta, promete el paraíso a los que se quedan, y habla de un destino horrible para los que parten. ¡Una locura! Por la degradación del medio ambiente el planeta no tardará en volverse inhabitable.
Pienso en Yone. La creé cuando estaba de moda concederle inteligencia a una sección de la propia mente. Es mi única amiga, me comprende mejor que nadie. La amo.
Ayer, descubrí que es zarkhovita. Me ofrecí a transferirla a alguien que no parte. Prefirió quedarse conmigo. Juro que no la entiendo...
(Nara, mi única enamorada, odia a Yone, dice que esa "cosa" me ama. Me reí. Rompimos, ya que jamás aceptaré delatar a Yone)".

Título original: Yone.
Traducción del portugués. Sergio Gaut vel Hartman

De cómo terminaron con el delito en Hípsila – Cristian Mitelman


Abrumados por los crímenes que castigaban la ciudad, los Sabios pensaron una estrategia. Decidieron que “no cometer” acciones como saquear, destruir el patrimonio público, golpear al vecino y demás sería considerado un grave delito. Las personas se lanzaron a todos los vejámenes pensados con la mejor excusa posible: la pena por negarse era más que severa.
Tiempo después, los Sabios decidieron morigerar los castigos y los ciudadanos, viendo el abismal descenso de la sanción (apenas una pequeña multa que podía pagarse en infinitas cuotas de centavos), acabaron por dejar las viejas tropelías. Si a tales actos los jueces les daban tan poca importancia, ¿qué podían valer realmente?
Cansada del robo y la indolencia, la gente acabó por dejar los viejos hábitos y acabó sintiéndose feliz de violar levemente la ley respetando a personas y patrimonios.

La noche de Asterión - Andrea González


Lentamente se oscurece el cielo y la mirada del minotauro extiende un manto de estrellas sobre la tierra. Estrellas de agua solificada y núcleo de perla. El suelo se estremece. Hace frío. La soledad y la noche son impenetrables. Sentado en su trono, el minotauro cierra los ojos. Recoge poco a poco así estrellas, y vuelve a emerger la luz que lo petrifica.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Acto reflejo - Fernando Andrés Puga


Me acerco a la ventana a ver morir el día. Hay un hombre de pie junto a la puerta del bar de enfrente. Tiene un maletín. Algo en su actitud me impide sacarle los ojos de encima. Mira su reloj pulsera; cada vez con más frecuencia. Parece que la espera será larga. ¿Quién será la que merece ser tan aguardada? Una mujer de la que apenas veo el perfil cruza la calle hacia él, parece hablarle al oído y se pierde entre las primeras sombras de la noche. Ahora mismo el hombre tiene la vista clavada en las agujas del reloj y alcanzo a leerle los labios. Está contando: nueve… ocho… siete… Sólo atino a taparme los oídos.

Día de la madre - Lilian Elphick


Querido diario:
Hoy destapé el WC con soda cáustica; lavé la ropa a mano (máquina descompuesta) y la planché. Preparé niños envueltos para diez familiares que me visitaron; los atendí; oí sus logros, penas, frustraciones; me maldije por no tener diez floreros para los diez ramos de flores. Lavé los platos; serví el postre y el café. Algunos durmieron siesta: los cubrí con una frazada. Más tarde, se fueron dejando una estela de migas, servilletas, restos de niños debajo de las alfombras. Las flores estaban hediondas; el tacho de basura estaba repleto. Tuve que trapear el piso con cloro, mientras el perro se cagaba en la entrada de la casa.
Estoy cansada. No sobró comida.
Ay, ya se me estaba olvidando, ¡qué cabeza!: debo deshacerme del veneno. Y a ti, querido, tendré que quemarte.

Círculo virtuoso – Sergio Gaut vel Hartman


Se enamoró de ella cuando supo que lo odiaba. Empezó a merodearla, le envió flores, un anillo de brillantes, pasajes para un crucero al Caribe. Ella, por supuesto, lo odiaba cada día más: pisoteaba las flores, le regalaba las joyas a la sirvienta, quemaba los pasajes. Y cuanto más lo odiaba ella, más la amaba él. La situación se hizo insostenible; no tuvieron más remedio que contraer matrimonio.

martes, 8 de noviembre de 2011

Última voluntad - Alejandro Ramírez Giraldo


Después de 969 años, Matusalén agonizaba. A su lado no tenía ningún familiar puesto que ninguno había resistido el trasegar de tantos siglos. La criada anónima, que humildemente le brindaba los últimos cuidados, había empezado a fingir de sordera cuando Matusalén le confesó que su última voluntad era escribir las memorias de su vida.

Tomado del blog: http://www.minicuento.com/

Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo

Curándose - Jorge X. Antares


Toda una vida con miedo deja secuelas. Miedo a no ser querido, a ser rechazado, a perder el control y el empleo y lanzar por la borda los ínfimos logros duramente ganados. Sintiéndose mal en todo momento, humillado de por vida. Menos mal que poco a poco se iba recuperando con la terapia. El primero fue difícil, el segundo un poco menos. El último fue casi una obra de arte. Al final se convertiría en un experto con el punzón.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Perfección fugaz – María del Pilar Jorge


La solipsita se sentía única, hermosa, perfecta, irrepetible: la responsabilidad de la existencia del universo, el girar de las esferas, el curso de los vientos, el flujo de las mareas, todo dependía de ella, o eso creía, al menos. El Guardián temió por la supervivencia de las especies y resolvió enfrentarla a la prueba suprema: los espejos. 
La solipsita se vio, a sí misma, repetida en cien imágenes. Los puños cerrados golpearon los espejos, una y otra vez, hasta romperlos. Cuando la sangre manchó los fragmentos de cientos de solipsitas, la criatura lloró por primera vez en su vida.

Sobre la autora: María del Pilar Jorge

Buen perro - Víctor Lorenzo Cinca


Dame la patita, le ordeno, y él obedece sin rechistar. No, la otra, insisto poniéndolo a prueba, y él acata de nuevo la orden. Ahora, como recompensa, nos vamos de paseo, le propongo, pero por mucho que lo intenta, no logra seguirme sólo con el impulso de las patas traseras. 

Tomado del blog: Realidades para Lelos

Renovarse o morir – Javier López


Si ya a finales del siglo XX las diferencias entre las computadoras gobernadas por el sistema operativo de la compañía Microsoft y las basadas en sistemas Mac eran grandes a favor de las segundas, en 2038 iban a hacerse abismales. 
Mientras los usuarios de la marca de la manzana podían disfrutar de menús y aplicaciones multimedia recibiendo ayuda directamente de una proyección ectoplásmica holográfica del mismísimo Steve Jobs, los usuarios de Pc debían seguir conformándose con el ya molesto y pasado de moda perrito de las aplicaciones de Office.

Sobre el autor: Javier López

Toing - Claudio G. del Castillo


–¿Me da una pomito de lágrimas artificiales?
–Queratitis seca, ¿eh? Mal bicho.
–Nada de eso, amigo; es que voy de camino al entierro de mi suegra y no sé si pueda… Ya sabe.
–¿Ha probado meterse el dedo en un ojo?
–Pues… no, la verdad. ¿Funcionará?
–¿Que si qué? Mire.
Toing.
–¡Jod…! ¡¿Pero usted es anormal?! ¡Joder! ¡Iiish!
–Nunca falla. ¿Lo hacemos con el otro?
 –¡Ni pens…!
Toing.
–¡Me cago en…! ¡Bfff! ¡¿Se… será posible?!
–¿Entonces? ¿Aún quiere sus lágrimas?
 –¡Desde luego, cretino, si tal parece… iiish... tal parece que estoy orinando! A este ritmo igual llego seco al entierro. ¡Ja!, ¿no lo acabo de decir?: ya paré de llor…
Toing-toing.


Acerca del autor:
Claudio G. del Castillo

viernes, 4 de noviembre de 2011

Curiosidad peligrosa - David Moreno


¿Y cuándo será el incendio? –preguntó con voz trémula.
¿Y dónde se producirá? –continuó.
¿Y llegarán a tiempo los bomberos?
¿Y morirá mucha gente?
A lo que la pitonisa, sosteniéndole concienzudamente la palma de la mano, le contestó en orden a sus dudas.
Ahora.
Aquí mismo.
No.
Una persona.
En ese momento, pálido y sudoroso, se acordó del letrero de la entrada. Pitonisa a sueldo con guadaña. Y el olor a gasolina se hizo insoportable.

Tomado de No Comments
Sobre el autor: David Moreno

Noche paralela - Víctor Lorenzo Cinca


La primera raya de la noche fue la que dibujó con el peine en su cabeza. La segunda fue la que estaba pintada en los ojos de aquella chica a la que no pudo convencer para que tomaran juntos una copa. La tercera, cuarta y quinta, las trazó con una tarjeta encima de un espejo, solo, en el coche. La sexta raya fue la continua del asfalto que no debió sobrepasar. La séptima es ésta, la que acompañada de un molesto pitido avanza hasta el infinito, verde y recta.

Tomado del blog: Realidades para Lelos

Último pecado - Fernando Puga


Tu mano suelta mi mano. Caigo al vacío. No me salvaste, tampoco te salvaste. El derrumbe termina por arrastrarnos a todos.
Yo, al paraíso como cualquier niño. Vos, al infierno de los homicidas. O los dos a la nada del polvo que el viento esparce entre la música de las esferas que ya no encuentra oídos que la escuchen.

Sobre el autor: Fernando Puga

Solo el polvo te cantará sus alabanzas – Sergio Gaut vel Hartman


Siempre había sido un tipo solitario, lo que le permitió celebrar el afortunado hecho de ser la última criatura viviente sobre el planeta Tierra. Había comida en abundancia, todos los libros del mundo, buena música... Por eso, cuando la luz se apagó mientras escuchaba el cuarteto Nº 4 de Bela Bartok y sonó el chirrido de una uña sobre el vinilo, supo que al otro día el sol saldría inútilmente.

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El ario puro - Jesús Gómez Fernández


—Será alto, rubio, de ojos azules y, por supuesto, alemán —dijo el enano austro-judío que presidía la reunión.
—Libre de toda clase de vicios —continuó el obeso morfinómano mientras jugaba con un avioncito de plomo.
—Con un andar admirable —agregó el intelectual cojo.
—De contextura física perfecta y sin defectos —dijo el escuálido de anteojos.
Así fue pensado el hombre perfecto que poblaría el mundo.

Dos extraños - Graciela Sedran Castagnola.


Frente a mí está ahora un hombre que ha venido a charlar conmigo de nuestras cosas. Está sentado en la silla que le he ofrecido. Mejor dicho, no está sentado, al menos en el sentido pleno de la palabra. Está penosamente colgado de la silla, inclinado hacia adelante, siempre a punto de perder el equilibrio, tenso y agitado. Su cuerpo no está del todo en la silla, como no está del todo en lo que está diciendo. Está excitado contándome las tribulaciones de nuestro pasado. No está aquí. Aunque está en esa silla frente a mí, no está aquí. Si alargo el brazo podría tocarlo, pero no puedo. Frente a mí está ahora un extraño que ha venido a charlar conmigo de sus cosas.

La vida tal cual - Rafael Blanco Vázquez


—¿Sabés lo que te pasa a vos? –-le espetó ella, los ojos iracundos, los dientes apretados, los puños tensos.
—No, pero me lo vas a decir tú —machacó él.
—Que sos Tauro.
Y dicho esto, dando un portazo se metió en su habitación y se echó a llorar.

Sobre el autor: Rafael Blanco Vázquez

Día y hora D - David Moreno


Son las doce horas, un minuto y quince segundos. Mi compañero y yo estamos preparados, escondidos en los barracones, a la espera de recibir la señal indicada.
Son las dos horas, veinte minutos y diez segundos. Nada ocurre. Quizá sean las transmisiones. O haya algún imprevisto.
Las cinco y cuarenta y cinco minutos. Mi compañero acaba de salir gateando a inspeccionar el terreno. Yo le cubro la retaguardia.
Quedan escasos segundos para que amanezca. Decido salir, con el fusil abriéndome camino. No hay nada en el frente. Ni enemigo, ni guerra. ¿Dónde estás compañero?

Tomado de"http://nocomentsno.blogspot.com/