Ayer fue el fin del mundo. Así lo pronosticaron los científicos. Así lo vaticinaron las profecías. Hoy, al amanecer, mientras todos salimos de los refugios subterráneos, compartimos miradas, sonrisas, palmadas amistosas en la espalda. Nos sentimos exultantes. Renovados de los pies a la cabeza. Los edificios se ven más sólidos. El cielo, más hondo. No nos atrevemos a decirlo en voz alta, pero sé que todos deseamos que el próximo fin del mundo esté cerca.
martes, 9 de noviembre de 2010
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