viernes, 5 de noviembre de 2010

Clarividente - Oriana Pickmann



Entré. Allí estaba ella, sentada, haciendo lo suyo. Por un segundo cruzamos nuestras miradas, tiempo suficiente para que ella adivinara cuáles eran mis intenciones.
—Léame la fortuna —le pedí.
—Setecientos cincuenta y nueve euros —respondió.
—Gracias —le dije, y salí del banco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mucho más ameno que los homebanking. Genial , Oriana, te pasaste