Con el miembro en la boca imaginas un lugar helado. Alejada del calor que despide su cuerpo. Aborreces el calor. Te sería más grato sentir sus poros erizados, su piel tiritar. Lo único que imaginas es que al terminar la felación, su eyaculación sea lo único que te caliente. Un fuerte gemido te regresa a la realidad… al hastío del calor, del sudor, de la precocidad.
Tomado de: http://lannfuladelarcngelyomerengues.blogspot.com
domingo, 1 de agosto de 2010
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