sábado, 30 de enero de 2010

Mirlitonnades - Héctor Ranea


El pájaro azul estaba parado en el respaldo del asiento de la plaza. Traté de sacarle una foto, pero hasta que no le ofrecí un poco de cerveza negra irlandesa, no se quedó quieto lo suficiente. Me hacía desenfocar la máquina con una mirada tan penetrante que crei que me quemaría. Pensé en su cabeza negra con plumas tan brillantes. El pájaro apenas se movía; sólo lo suficiente como para descontrolar mi foco. Tomé mi cerveza. No había maravilla alguna. Sólo un pájaro azul, pensé para mí. Le dejé mi tarro con cerveza. Tomó un poco, esperó a que le bajara del gaznate y posó para mí toda la tarde.

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