martes, 26 de enero de 2010

Cuento que huele a sangre, que huele a polvora - Jordi Cebrián


Cuando las fieras cierran los ojos, en ese instante previo a abalanzarse sobre su presa, vislumbran un segundo su pasado furioso, su estirpe de luchas y colmillos y entonces todas las fieras son la misma fiera, en ese instante previo en que el tiempo se congela.
Cuando el cazador cierra los ojos, en ese instante exacto en que aprieta el gatillo, vislumbra su pasado furioso, su estirpe de lanzas y cañones y entonces el cazador es la caza misma, en ese instante previo que huele a pólvora y a miedo.
Luego es el silencio y la sangre todas las sangres.

Tomado de: http://cienpalabras.blogspot.com/

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