miércoles, 20 de enero de 2010

Buenos días - Samanta Ortega



En veinte minutos se dio cuenta de los fallos de la presentación, la corrigió y terminó. Había trabajado en ella todo el día anterior. Hubo felicitaciones y palmaditas de hombro.
En esos mismos veinte minutos también habló, de manera impecable, con el jefe y le pidió el aumento de sueldo que se venía mereciendo desde hacía un año. También le alcanzó el tiempo para descubrir qué regalarle a su mujer en Navidad.
Feliz y más satisfecho que otras mañanas cerró el grifo de la ducha y se dispuso a arrancar el día lleno de optimismo.

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