jueves, 5 de noviembre de 2009

A mi medida - Saturnino Rodríguez Riverón


Quiero mucho a mi mujer, siempre la quise. Y cada día aprendo a quererla un poco más. Nunca es suficiente. La quiero por su capacidad de ternura a prueba de calamidades. Por su dedicación indoblegable a los cuidados de la familia. Su apoyo incondicional, sus desvelos constantes. Porque estoy convencido de que era la mujer que me estaba predestinada mucho antes de yo nacer. Pero sobre todas las cosas, la quiero por su gran dulzura, ahora que los precios del azúcar han subido considerablemente en el mercado mundial.

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