martes, 8 de septiembre de 2009

Bajo la ducha – Héctor Ranea


Bajo la ducha el científico por las mañanas encuentra la solución de los problemas con los que durmió. Duchándose por las tardes, sus temas de preocupación son teológicos y encuentra la solución a lo que le preocupaba después de almorzar. Si se ducha de noche, se plantea disquisiciones epistemológicas y, mientras el agua cae, fluye la respuesta a un sinfín de preguntas que se hace mientras enjabona. ¡Gran cosa la ducha!
Lástima que cuando termina de secarse se le olvidan todas las respuestas y cuando se apura lo único que logra es olvidar más rápido aún. Ese tema no puede resolverlo duchándose a ninguna hora. Todos los intentos han sido vanos. Como mucho, si algo recuerda, descubre que las soluciones o son falsas o ya han sido propuestas por otros, años ha. ¡Que desoladora, la ducha!

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