domingo, 16 de noviembre de 2008

Llanuras - Sergio Gaut vel Hartman


Por la manchega llanura cabalgaban Don Quijote y Sancho Panza.
—Oye, Sancho. Ya no ladran los perros.
—Es que tanto cabalgamos que los dejamos atrás.
—Cierto: cabalgamos cuatrocientos años sin detenernos.
—Y alguien limpió la Mancha, porque esta llanura parece recién salida de la tintorería.
—¿No lo es? ¿Y entonces dónde estamos, vive Dios?
—En la llanura pampeana, supongo.
—¿Estás seguro de lo que dices?
—No.
—Lo sospeché desde un principio. ¿Y quiénes son esos, si no son los ranqueles de Yanquetruz?
Sancho sofrenó su mula y aguzó la vista. El horizonte parecía cubierto de hormigas.
—Es una horda de mongoles —dijo el fiel escudero.
—¡Pardiez! ¡En ese caso estamos fritos! ¿Cómo pudimos equivocarnos tanto? Los mongoles son terriblemente sanguinarios, me lo dijo Marco Polo.
—Es que todas las llanuras se parecen, Don Quijote —concluyó Sancho encogiéndose de hombros filosóficamente.

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